GRAVE PROBLEMA:
INSPIRADA SOLUCION
Divididos como estábamos los apostólicos en dos casas,
no tardo en presentarse un serio problema: la Inmaculada, la querida
Imagen que el P. Félix había puesto como fundamento
y centro vital de la Apostólica, tenia que permanecer por fuerza
en una de las dos casas. Imposible tenerla en las dos al mismo tiempo.
Hay fuerte inconformidad en los "grandes" del Calvario,
porque la Inmaculada se quedo en Coapa con los "chicos",
y estos, por ningún motivo admiten que se les quite su Tesoro.
A la verdad, unos y otros teníamos razón, pero como
solucionar semejante problema?
María tenía la solución y rápidamente
la inspiro a nuestros Superiores. Aun vivía en Guadalajara Don Brígido Ibarra, el escultor
que había realizado la entrañable Imagen. ¿Por
que no pedirle que hiciese una copia? Indudablemente, nadie estaba
mejor capacitado para hacerla. Y de este modo, cada casa tendría
su Imagen.
Sin más demora se pone en ejecución el proyecto. Unos
meses más y se recibe en el Calvario, donde residía
el P. Superior, una gran caja de madera, que contenía el ansiado
tesoro.
La caja permanece cerrada hasta que venga Nuestro Padre, pues, lógicamente,
todos queremos que sea el quien bendiga la Imagen. Y vino Nuestro Padre un día, a buena hora. Al aparecer su figura
por la gran puerta de la casa, todos corrimos a saludarlo. En pocos
momentos, quedo sitiado por la turba juvenil. Ofrecía sus manos
grandes y blandas a todos. Y a cada uno dirigía una mirada
y una sonrisa. A mi también, me miro sonriente, y yo percibía,
sabía, que Nuestro Padre me decía. algo muy personal
con aquella mirada, con aquella sonrisa. Era, algo así como
un presagio venturoso para el futuro, o como una garantía de
que mi vocación de Misionero del Espíritu Santo se habría
de realizar, quedando en el misterio los hechos
concretos, pero cierta y segura su realización, para gloria
de Dios.
Pienso que los demás tendríamos una experiencia semejante,
porque Nuestro Padre no se contentaba con englobar a todos en su mirada,
sino que miraba a cada uno con sus ojos dulces y profundos, cobijados
por sus amplias cejas que los hacían aun más penetrantes,
y a cada uno le transmitía un mensaje personal.
Miraba, y uno sentía que vela hasta el fondo de su persona,
pero no a modo de escrutinio, sino de comprensión.
Rodeado de jovencillos que querían todos coger sus brazos,
Nuestro Padre avanzo hacia la huerta. había en el centro de
osta un "cenador" rustico, donde solíamos tener nuestras
clases los de tercero. Ahí estaba colocada la gran caja, centro
del interés de todos.
Ya esta Nuestro Padre frente al cenador, y todos con él. Se
procede a abrir la caja. Maderas y envolturas van cayendo y aparece
por fin, una figura fina, exquisita, deslumbrante, de la Virgen Inmaculada.
No era, no podía ser una copia de la primera Inmaculada. Los
genuinos artistas nunca se repiten. Ellos llevan en su interior una
belleza ideal, que nunca acaban de expresar. ¡Hacia tantos años
que D. Brigido Ibarra había forjado la primera Inmaculada!
La que teníamos ante nuestros asombrados ojos, era una Imagen
mas pequeña, grácil y muy bien proporcionada. Sus manos,
cruzadas ante el pecho y su rostro muy tierno y suave, y, sobre todo,
profundamente recogido. Los ojos bajos, apenas dejaban asomarse sus
pupilas. Era una Virgen toda absorta en Dios.
Sus vestiduras ricamente decoradas, hacían un conjunto armonioso
y elegante. La esbelta figura descansaba sobre un medio mundo, abatiendo
con su pureza a la "antigua serpiente". Era el triunfo de
la humildad sobre el orgullo, del Amor sobre el odio, de la dulzura
sobre la violencia.
Estamos sorprendidos, asombrados, emocionados Nuestro Padre la bendijo
e inmediatamente la llevamos a la Capilla, donde Nuestro Padre nos
dirigió unas palabras con aquel no se que', que ponía
cuando hablaba de Nuestra Señora.
Recuerdo que nos dijo: "Esta Imagen se llamará Nuestra
Señora de la Eucaristía". Creo que este hermoso
nombre le fue sugerido por el profundo recogimiento que respiraba
toda la Imagen: aquellos ojos, aquellas manos.. .
EL PUNTO DE LA i
Nuestro Padre se quedo a comer con nosotros. El refectorio del Calvario
era, en realidad, la amplia cocina de la casa. Al fondo, a todo lo
ancho, estaban instalados los braseros y un horno, en el extremo derecho.
La estructura de ladrillo que sostenía todo esto había
sido cubierta con tarimas, resultando así una especie de tribuna
o pequeño escenario.
El recinto era suficientemente amplio para dar cabida a los "grandes"
que vivíamos en el Calvario, pero no más. Por esta razón
los "chicos" que habían venido de Coapa, tuvieron
que instalarse en algún otro sitio para tomar sus alimentos.
En cuanto hubieron saciado con estos su buen apetito, irrumpieron
en el refectorio. En pocos instantes, mediante
una rápida maniobra para ocupar el mejor sitio posible, quedamos
todos en torno a Nuestro Padre, y comenzó la "chorchita".
Calido intercambio. Temática espontánea, intima. La
lógica del corazón lleva a Nuestro Padre hacia un tema
predilecto: La obediencia. Al P. Félix le sobraba razón
para amar este tema, porque de el se pudo decir con impresionante
realismo lo que el Espíritu Santo dijo de Cristo: "Aprendió
la obediencia, por aquello que sufrió".
(Hebr. 5, 8).
A San Francisco Javier -decía Nuestro Padre- le bastaba una
sola "i" para obedecer. San Ignacio le decía: I,
y el iba en seguida. Al Misionero del Espíritu Santo -concluía
el. P. Félix- debe bastarle el puntito de la "i",
para obedecer prontamente y con alegrías.
Y aquel auditorio de latinistas incipientes, proficientes y algún
perfecto, sonreía y comentaba la enseñanza, porque ya
se nos alcanzaba que "i" es el imperativo de iré
y significa "Anda, ve".
Este recuerdo, verdadera perla preciosa, es el único que pudo
revivir en mi memoria, de aquel encuentro intimo con Nuestro Padre.
Así terminó aquel día memorable. En todos los
rostros hay luz, hay plenitud. también Nuestro Padre se va
feliz. Ya hay una presencia sensible de María en las dos casas,
Calvario y Coapa. Ahora solo se discute amigablemente cual de las
dos imágenes es mas divinamente bella e inspirada. Y María,
la verdadera, desde el cielo, sonríe y nos dice quedamente
que en Ella están todas las bellezas, porque Dios las puso
en Ella: "Toda hermosa eres, oh María".
Años mas tarde, en 1939, cuando se abrió la Escuela
Apostólica de Irapuato, la Nueva Inmaculada fue trasladada
allá. Por fin, cuando la Apostólica se cambió
de Irapuato a Guadalajara, la preciosa Imagen fue llevada a esa ciudad.