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El Siervo de Dios, Moisés Lira Serafín, Misionero del
Espíritu Santo, Fundador de las Misioneras de la Caridad de
María Inmaculada, Apóstol de la caridad de Cristo y
de la vida interior; modelo y maestro de la Infancia Espiritual, basada
en la Filiación Divina y en la Paternidad de Dios.
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Nació
el 16 de septiembre de 1893, en Zacatlán, Puebla, y murió
el 25 de junio de 1950, en México, D.F. Nacido de familia profundamente
cristiana, de fe viva y arraigada, el último de seis hijos, huérfano
de madre a los cuatro años, fue educado con firmeza por su hermana
mayor y por su padre, que colaboraba en el apostolado como Director y
Profesor de la Escuela Parroquial. A los seis años hizo su primera
Comunión y sirvió asiduamente al Altar como acólito.
Su fe era muy viva y tenía gran confianza en Dios, a quién
desde pequeño amaba como a su Padre. Se sentía contento
en el campo, en la paz inalterable de la naturaleza, Dios hablaba a su
corazón de niño.
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A cada una de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, esto nos impulsa a hacer la caridad en el espíritu de la visitación; de María que va en ayuda del necesitado/a, sin esperar a que le pidan el servicio. Nos motiva a dar nuestra vida en el apostolado por los más pobres y desprotegidos de la sociedad; al cuidado de los enfermos y ancianitos en hospitales, asilos, psiquiátricos y sanatorios; a la enseñanza en formación de los niños y jóvenes, en colegios y albergues; a la catequesis y evangelización e ir a la periferia de la historia y de la sociedad, para desde allí, testimoniar la fuerza de la Buena Noticia de salvación liberadora y hacerla presente a través de la caridad en todas sus formas. |
El
Siervo de Dios, Moisés Lira, místico y profeta de nuestro
tiempo, invita a los consagrados y de manera especial a los laicos –por
quien tuvo gran preferencia-, a vivir estas dos dimensiones con una
conciencia crítica, un discernimiento constante, un comprender
y aprender a orar la complejidad de la propia vida y su realidad, adoptar
posturas éticas, optar por actitudes de solidaridad y fraternidad.
A centrar la vida en Cristo según el Espíritu, que se
acoge por la fe, se expresa en el amor y se vive en la esperanza. Diciéndole
a Dios en cada momento de nuestra vida: “Tú estabas ahí
y yo no lo sabía”.
Te sugiero conocer al P. Moisés, beber del manantial de su espiritualidad, que siempre tiene una respuesta concreta para saciar nuestra sed de Dios, amor, paz, justicia, solidaridad, comunión y reconciliación. |
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